Un residente brasileño ha confesado haber sentido envidia durante su infancia hacia las niñas que jugaban con muñecos Ken, lo que lo llevó a emprender un viaje transformador para emular la icónica figura del juguete.
Su incursión en los procedimientos cosméticos comenzó a la temprana edad de dieciséis años, en contra de los deseos de sus preocupados padres. A pesar de sus intentos por disuadirlo, él se mantuvo firme en su decisión, informándoles de sus intenciones solo días antes de cada operación.
Su transformación siguió un camino sistemático, abarcando alteraciones en su nariz, pómulos, dientes y, eventualmente, en sus músculos abdominales, antes de centrarse en sus párpados y ojos para lograr un brillo artificial.
Sorprendentemente, el procedimiento más desafiante, la mejora ocular, dio resultados exitosos.
Aunque el hombre afirma que su apariencia alterada le ha ganado popularidad tanto en línea como fuera de ella, sus padres albergan dudas sobre su verdadera felicidad, cuestionando si su éxito exterior refleja realmente su contento interior.
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